Marketing de vida
Campañas de marketing que transcienden la marca y se convierten en fuente de inspiración vital
Una vez más, los grandes almacenes británicos Selfridges, declarados en 2010 los mejores del mundo, comienzan el año con el lanzamiento de una innovadora campaña fuente de reflexión e inspiración vital. La campaña Bright Old Things es un particular y atrevido homenaje a mayores que, más allá de replegarse en su retiro, renacen y se vuelcan en una nueva vocación tardía. Artistas, diseñadores, escritores,… la iniciativa recoge la historia y experiencia de 14 personas que dieron un giro a su vida cuando parecía que todo estaba ya escrito y no había ya espacio para ‘extravagancias’. Qué mayor fuente de inspiración y libertad que estos ejemplos de vitalidad, crecimiento personal y amor por la vida. La iniciativa es un canto a la vida, una vida en la que no sólo hay un camino, y supone una renovación de ilusiones para gente de diversas edades y condición.
Otras campañas recientes de estos grandes almacenes, como Festival of Imagination (2014), The Beauty Project (2014) o la evocadora No Noise (2013), han sido también una invitación a ver las cosas desde una perspectiva distinta, a despertarse, a tomar conciencia, recordatorios de que sólo se vive una vez, y de que la vida está ahí para vivirla.
The Festival of Imagination, con sus más de 100 charlas, actividades y debates sobre la imaginación y la creatividad con artistas, poetas y diseñadores, tenía como objetivo promover entre los clientes el poder de la imaginación e innovación.
Por su parte, The Beauty Project, retando los estándares convencionales de belleza, empapeló los emblemáticos autobuses de dos pisos londinenses de bellezas poco convencionales y no retocadas, tratando de representar singulares definiciones de belleza, que reunían ‘estrellas’ desconocidas de entre 20 y 71 años. Durante 6 semanas, los grandes almacenes se volcaron en una provocadora experiencia de la definición de belleza, con la participación activa de público y profesionales de diferentes disciplinas y sectores.
No Noise nos invitaba a experimentar the power of quiet, desde la bulliciosa Oxford Street de Londres. Durante unos meses, la planta sótano de los grandes almacenes albergó un espacio para desconectar del ruido externo e interno, en el que poder sentarse o tumbarse y en el que, como único requisito de acceso, era necesario depositar los zapatos y el móvil en la entrada. Al mismo tiempo, Selfridges distribuyó estratégicamente por todas las plantas, pequeños espacios unipersonales, que recordaban a los envolventes antiguos secadores de pelo de peluquería, y ofrecían unos minutos de meditación guiada. Asimismo, bajo la iniciativa No Noise, Selfridges invitó a emblemáticas marcas de cosmética, ropa, alimentación o electrónica, a diseñar sus propios productos en exclusiva para Selfridges, con diseños y colores exentos de ‘ruido’ y sin su característico logo.
Esta última iniciativa fue inspirada por su fundador, Harry Gordon Selfridge, que ya en 1909, con la apertura de su primer establecimiento, ideó la Silence Room, en la que el ajetreado comprador podía retirarse del ruido y amplia oferta de productos, y relajarse, a la vez que recuperaba energía.
Mr. Selfridge, además de ser un precursor de innovadoras campañas de marketing, tenía una gran curiosidad e interés por la ciencia, y desde los inicios, atraía a los compradores con exposiciones educativas y científicas. Este visionario se propuso desterrar de la mente del consumidor la idea de la compra como obligación, promoviendo elementos de disfrute y diversión. Ya entre los años 20 y los 30, convirtió la terraza del último piso de los grandes almacenes en un espacio con jardines, cafés y un circuito de mini-golf para recreo de los compradores, terraza que tuvo que cerrar tras verse afectada por los bombardeos de Londres durante la Segunda Guerra Mudial.
Las políticas de Mr. Selfridge, basadas en el más tarde popularizado “the customer is always right”, fueron precursoras e inspiradoras de los grandes almacenes actuales.